Descartables vs. Covid – Sustennials — Cultura sustentable

Descartables vs. Covid

Una batalla entre dos pandemias
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Entre las compras a domicilio y el temor al contagio, la cuarentena provocó un aumento del uso de materiales de “usar y tirar”, sumándose a la crisis sanitaria un gran problema ambiental.

Desde que empezó la pandemia, y con ella el encierro obligado, de la crisis, al menos, surgió un afortunado: el medioambiente. Con las fábricas cerradas, los autos guardados en las cocheras y la suspensión de los viajes en avión, la emisión de gases contaminantes disminuyó de forma drástica, efecto que incluso fue documentado por la NASA en imágenes satelitales. También se observaron aguas más cristalinas y animales paseando felices por las ciudades semi vacías. Una pequeña muestra de cómo la naturaleza es capaz de regenerarse si la humanidad acepta bajar un cambio.

Pero este respiro para el planeta, además de ser temporal, no cuenta la historia completa. El impacto ambiental del confinamiento tiene un “lado B” con consecuencias no tan felices y mucho menos, pasajeras: el del aumento exponencial del uso de materiales de “usar y tirar”.

Emergencia Sanitaria vs. emergencia ambiental

Si antes de la emergencia sanitaria celebrábamos cómo crecía la ola de conciencia sobre el impacto que los materiales de un solo uso tienen sobre el ambiente, el Covid dejo estos avances en pausa. Los materiales descartables volvieron al centro de la escena, con el plástico como actor protagónico.

No es cuestión de demonizar, por supuesto, a los insumos médicos tales como barbijos, guantes de látex y ambos, ya que pese a resultar un problema que en muchos centros médicos hayan llegado a cuadruplicarse, son “un mal necesario”. El verdadero problema son aquellos descartables de los que podríamos prescindir por completo y que son el resultado, principalmente, del mayor consumo online y del temor al contagio.

Mientras que las órdenes de compra online aumentaron un 38% y la venta de ítems un 71%, el delivery de comida creció alrededor de un 60%, aumentando también el uso de plásticos y otros envases de un solo uso.

Pasar el día dentro de casa generó un aumento de los pedidos de “delivery” de comida, compras online del supermercado y otros productos con envío a domicilio. Pero además, muchos asumieron que los descartables son más higiénicos y seguros, aunque luego la OMS afirmara que no hay prueba concluyente de que el Coronavirus se contagie a través de los objetos.

Lo cierto es que la pandemia trajo consigo otra plaga: packaging exagerados, alimentos envasados en papeles, aluminios y bandejas, compras del súper que llegan envueltos en tres bolsas plásticas, e infinitos etcéteras, todos materiales que en su gran mayoría son utilizados apenas algunos minutos para enseguida ser descartados.

En el mejor de los casos, si son separados y dispuestos de forma correcta, podrían ser recuperados. Sin embargo, esto no es muy alentador, porque el hecho de que un material sea “reciclable” no significa necesariamente que finalice su vida útil siendo reciclado. En la Argentina se producen más de 1.300.000 toneladas de plástico al año de las cuales casi la mitad, se destina al packaging y embalaje. Y si bien que un material sea “reciclable” nos deja la conciencia más tranquila, la realidad es que de todos los materiales que se desechan, apenas el 14% es recuperado. Por eso, la respuesta para minimizar los residuos no es el reciclaje, sino la economía circular o, mejor aún, dejar de generarlos.

En el peor de los escenarios, estos descartables no podrán siquiera ser considerados para su recupero, como sucede por ejemplo con las cajas grasosas de pizza, los papeles con restos de salsa o aceite y otros materiales que, al estar contaminados, pasarán a engrosar los rellenos sanitarios.

Las cosas como son: la pandemia va a pasar, pero estos materiales sobrevivirán por siglos en nuestro ambiente.

En la búsqueda de alternativas

El problema de los empaques es muy anterior (y será posterior) al aislamiento, sólo que por estos días se hace más evidente. La pregunta que surge en este contexto en particular es cómo hacer para respetar la cuarentena y cuidar nuestra salud, sin afectar la del planeta.

El desafío no es sencillo, sobre todo porque exigir a los comercios grandes reconversiones de sus modalidades de entrega en medio de una crisis, no parece gozar del mejor timing. Aún así, existen en el sector gastronómico varios ejemplos de locales que advirtieron esta problemática y que pensaron alternativas para no atestar de plástico y otros envases cada envío, un gesto que por otra parte es un diferencial cada vez mejor recibido por los consumidores.

Catalino, un restaurante del barrio de Colegiales,  considera que hacer las cosas mejor es solo cuestión de voluntad. Para probarlo envían la comida en bolsas de papel que hacen ellos mismos reutilizando papel. Otros restaurantes concientes son Naná, Sucre, Ulua y B-Fresh, que para el delivery utilizan estuches biodegradables, elaborados a base de caña de azúcar o de maíz, qua los que en muchos casos suman envases de vidrio reutilizables, e incluso retornables.

Emprendimientos contra el descarte

En la batalla contra los plásticos y otros materiales de un solo uso salieron también al rescate muchos emprendedores sustentables que realizan vajilla y estuches para envíos biodegradables y compostables.

Compostame — Bajo la premisa de que los envases no tienen que desaparecer del mercado pero sí del planeta, realizan doypacks, platos y hasta viandas a partir de fuentes renovables y vegetales que prometen convertirse en tierra en cualquier domicilio en apenas seis meses.

Bio Packaging — Fabrican estuches y bandejas de todo tipo para gastronomía, aptos para freezer, horno suave y microondas, realizados a partir del bagazo de la caña de azúcar.

Mamaland — A partir de almidón de maíz y aceites vegetales para municipios fabrican bolsas de bioplástico para comercios, hogares y mascotas que desparecen en un máximo de 180 días.

Oda Biovajilla — Cinco egresados de Diseño Industrial de la FADU-UBA encontraron en la cáscara de papa un material resistente, atractivo y, lo más importante, biodegradable para crear vajilla que, aseguran, es capaz de desaparecer en apenas 30 días en un compost.

Ciclo sin fin — Realizan eco-sorbetes y eco-cubiertos están realizados a partir de la caña Castilla o Arundo donax, un recurso renovable, autóctono, abundante e invasivo.

¿Qué podemos hacer desde casa?

Si pensamos en nuestras últimas 24 horas, será muy sencillo identificar una importante cantidad de envases y envoltorios que tiramos apenas minutos después de haberlos usado. Para lo que sirve este ejercicio es para pensar cuántos de estos residuos se podrían haber evitado y poner en acción algunos cambios de hábito. Te dejamos algunas ideas:

Consumí Responsable. Pensá dos veces antes de hacer esa irresistible compra online. ¿Realmente lo necesitás? ¿Existe alguna alternativa? ¿Lo podés conseguir prestado?

Retirá tu compra. En vez de programar un envío, las plataformas de ecommerce muchas veces te permiten retirar tu compra del domicilio del vendedor. Siempre con distancia y barbijo.

Mejor en tu tupper. Preferir al «take away» antes que el delivery, de esta forma podemos ir a buscar la comida con nuestro propio tupper. “Mejor en mi taper” es un proyecto que te facilita esta tarea agrupando a una red locales de comida al peso, dietéticas, mercados y supermercados y restaurantes, que aceptan y promueven el uso de tuppers para la compra de los productos que venden. mejorenmitaper.org/

Elegir el “mal menor”. Si vas a pedir comida a domicilio, tratá de elegir opciones empaquetadas en cartón o vidrio. Estas son más fáciles de reciclar y si se eliminan inapropiadamente son mucho menos dañinas para el medioambiente.

Desde las apps. Al pedir delivery de comida desde una aplicación en tu celular, solicitá en los «comentarios» la reducción al mínimo de envoltorios. ¿Quién necesita 400 bandejas plásticas o miles de palitos de sushi?

Separá. Lavá y secá todas las bandejas y cajas para reutilizarlas o descartalas separadas para que puedan ser recicladas

Cociná más en casa. Donde no es necesario packaging alguno =)

Nota escrita para Revista Ohlalá!