La niñez en los veranos de campo en Lincoln con mis primos fue la gran semilla de todo. Vivir la naturaleza cotidiana, la vastedad de la Pampa, ese mar de pastizal que me hacía sentir que desde mi caballo era el dueño del mundo, y los encuentros con la fauna que eran siempre fortuitos, cuando ellos, los animales, reyes de todo eso, decidían que los podía ver y disfrutar un rato. Eso sumado al profundo sentido de hacer justicia contra los abusos a los más débiles (cosa que heredé de mis padres) y en mi caso fue hacia los abusos a la naturaleza. Eso me transformó en lo que en la jerga interna de Greenpeace se llama campaginer y yo soy eso, un campaigner.
Mi primera gran batalla fue cuando murió un hipopótamo en el Zoo de BsAs, porque alguien le tiró una lata y lo mató. Estaba furioso cuando me enteré, tenía 12 años, fui desde Adrogué, donde vivía, hasta Palermo al Zoo y me quedé durante un año todos los fines de semana al lado de la jaula del hipopótamo (dado que había quedado uno vivo, eran dos los ejemplares) cuidando de que al otro no le pasara lo mismo. Hasta que se armó un grupo de voluntarios que cuidábamos que el público no le tire a los animales cosas que los pudieran lastimar. A partir de ahí no paré hasta hoy.
Ocurrió leyendo los clasificados de los diarios en 2006. Sobre todo los correspondientes al mercado inmobiliario de campos con bosques nativos en el norte. Ví que por muy poca plata por mes, entre muchas personas podíamos directamente salvar cientos de hectáreas de bosques a través del arma más potente: la compra. Fue así que surgieron las donaciones georreferenciadas de Banco de Bosques. Luego Banco de Bosques creció en varias direcciones, pero la esencia, y de ahí su nombre de BANCO, es precisamente la de poder sacar de las manos de los desmontadores de la manera más veloz y directa esos bosques que ellos destruyen: ahora nos juntamos por internet y los compramos nosotros.
Fundé Banco de Bosques al ver que por muy poca plata por mes, entre muchas personas podíamos salvar cientos de hectáreas de bosques a través del arma más potente: la compra.
No sé exactamente. Significa que soy un tipo que hace lo que le apasiona con creatividad y alegría. No creo en la defensa de las causas nobles poniendo cara de solemne. Me encanta el humor, hacer chistes, el sarcasmo entre colegas y burlarme de mí mismo. Sin humor, no solo la defensa de la naturaleza es un embole, la vida misma lo es.
Yo tuve suerte por partida doble, tuve una pasión y tuve buenos líderes. Sigo siendo liderado y a veces lidero, es cíclico. Quien no descubrió su pasión, la tiene que seguir buscando, sino es como ponerte en pareja con cualquiera simplemente porque estás solo. Quien no sabe por dónde empezar, ya está empezando, porque empezar es hacerse la pregunta, y eso está genial, porque nadie sabe exactamente por dónde empezar. ¡Ojo! eso no es relajarse, hacer Omm y espera que el universo te lleve, ¡naaa!. Hay que caminar, ser curioso, buscar y buscar, equivocarse y escuchar. El tema no es equivocarse y fracasar en la búsqueda, sino volver rápido a empezar. Alguien en google dijo una vez «fracasa, fracasa, fracasa… pero rápido».
Me da mucho orgullo mi hábito de salir siempre a caminar, correr, andar en bici y kayak. Amo que me guste tanto y que solito me salga darle bola a eso. Mucha bola. Me resulta difícil dejar de comer cosas que la verdad no debiera y no lo digo por la carne, sino en general, por alimentos de procesamiento industrial que son de lo peor y muchas veces por fiaca o comodidad en obtenerlos, o la vorágine de la vida diaria, no me pongo lo suficiente las pilas con ese tema.