Todo empezó a tener sentido cuando entré a estudiar medicina. Siempre quise estudiar la naturaleza humana y en el camino fui entendiendo que estamos estrechamente vinculado con nuestro entorno, con el medio ambiente. Mi experiencia en la residencia, donde pude ver que muchas de las enfermedades eran causadas por agua, me hizo querer buscar otros caminos y trabajar más desde la prevención. Al conectarme más con la sociedad y con las comunidades, entendí mucho mejor cómo las personas se modifican de manera absoluta con su entorno.
Hay un término que es «Epigenética» que describe muy bien esto. Establece la relación entre las influencias genéticas y ambientales que determinan un fenotipo. Significa que por más que tengas el mismo gen o código genético, se puede manifestar, o no, un gen de una u otra manera de acuerdo al entorno donde vivamos (las temperaturas, por ejemplo), o la nutrición, por la exposición al sol y muchos otros factores tienden a hacer que se manifieste de una u otra manera la misma información.
Y fue la epigenética la que nos llevó del vaso de agua segura, a la calidad de agua de la cuencas y al ciclo del agua, y cómo todo esto se alteró con el cambió climático que, quienes más lo sufren, son las comunidades vulnerables sin acceso a derechos básicos como el agua segura y el saneamiento, entre otros servicios básicos.
Todo empezó en 2014, cuando decidí enfocar mi carrera de médico desde el lado del emprendedor social. En 2013 me recibí me médico, pero en 2014 decidí dejar la medicina como se la conoce hoy. Durante mis años de residencia vi como el consumo de agua en mal estado provocaba enfermedades, mucho de ellas mortales. Ya no quería curar más, quería prevenir. Fue todo un desafío convencer a mi familia, y a mi mismo, sobre el rumbo que quería tomar. Era arriesgado el camino que quería tomar, ya que a los médicos no nos preparan para emprender. Empecé a buscar qué cosas estaban cambiando mundo, y encontré la tecnología de filtrado microbiológico Lifestraw, avalado por la OMS como una de las mejores tecnologías del mundo.
A partir de esta tecnología, vi cómo podía cambiar la realidad de miles de comunidades de una forma sencilla y rápida. Logré rodearme con mentores de todos los sectores y, por alguna razón, hubo una fuerza que me conectó con los emprendedores sociales y con el sector de las nuevas economías emergentes y nuevos negocios inclusivos y de triple impacto. Una vez que logré unir mi pasión de médico, esta nueva tecnología de impacto y un modelo de negocio de triple impacto usando la fuerza del mercado, fundé Proyecto Agua Segura. Los obstáculos fueron varios, y siguen estando, y van desde temas administrativos, los desafíos en el armado de equipo y en la logística para llegar a las comunidades rurales y vulnerables, generar articulación con el sector público y privado, y sobre todo el desafío de que confíen: las comunidades, las empresas y los gobiernos.
Yo me reconozco como emprendedor sustentable porque busco generar, busco la escala y la innovación a través del uso de las herramientas del mercado para generar un valor socio ambiental y, de esta forma, lograr que la sociedad logre alcanzar un mejor estado de bienestar, mejore el estado en el que está actualmente, a través del trabajo que genera de mi emprendimiento.
Durante mis años de residencia vi como el consumo de agua en mal estado provocaba enfermedades, mucho de ellas mortales. Ya no quería curar más, quería prevenir. Era arriesgado el camino que quería tomar, ya que a los médicos no nos preparan para emprender.
Mi primer consejo sería que se estudie esto del emprendedor social, que se conozcan casos de emprendedores y emprendedoras sociales o ambientales, los distintos modelos de negocio que fueron utilizando y los objetivos que fueron buscando cumplir. Conocer y evaluar los marcos globales, como los ODS, las distintas formas de certificar el accionar y el impacto de las empresas y organizaciones (ESG, Sistema B, GRI, etc). Conoce estar ecosistema y cómo se está formando. Hay miles de cursos, programas de emprendimiento social, talleres, tanto de universidades como de instituciones más chicas o informales.
Y luego, llevarlo a la práctica. Lograr que las ideas e iniciativas que tengan se logren enmarcar dentro de estas tendencias. También hay que entender que todavía hay mucho por definir, aún no está todo claro, pero que ya estamos viviendo esta revolución de impacto. Hay que empezar estudiando, haciendo, probando y fallando, aun cuando se está construyendo el ecosistema.
Mi hábito sustentable del que estoy más orgullo creo que es el de ser emprendedor social. El de tratar de transmitir estas herramientas que voy descubriendo día a día para alcanzar dichos objetivos.
PROYECTO AGUA SEGURA EN NÚMEROS:
• 120 mil personas con acceso a agua segura
• 142 M de litros de agua segura implementados
• 130 organizaciones públicas, privadas y sociales involucradas
• 6 países de la región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Uruguay)