Tiene que ver con cuatro puntos que son mundialmente iguales, lo cual también es un desafío que tenemos todas las personas, no importa si estamos en un país más o menos desarrollado en temas de tecnología.
El primero tiene que ver con los estereotipos de roles de género y esto es interesante porque, por ejemplo, el 65% de las mujeres piensa que su género inhibe a ciertas carreras o desarrollos profesionales en algunos campos, en particular en el campo de la tecnología, lo cual es un montón. En Silicon Valley, que es la meca de la tecnología solamente el 10% de los puestos de decisión están cubiertos por mujeres, lo cual también es muy bajo. En el mundo hay 200 millones de mujeres con menos acceso al celular que los hombres, lo cual también es un dato no menor y muy fuerte.
Si había alguna duda de que la tecnología era transversal a todo el ámbito educativo, productivo, incluso a los vínculos emocionales, la pandemia lo terminó de reforzar.
Otro de los datos es la falta de confianza en el uso de los dispositivos tecnológicos, y esto tiene que ver con que estas jóvenes son menos estimuladas que los hombres a jugar, por ejemplo, a videojuegos y otros recorridos que hacen que vayan adquiriendo habilidades vinculadas a la tecnología.
El otro punto tiene que ver con que hay menos oportunidades profesionales pensadas y con foco para las mujeres. Este tampoco es un dato menor: sólo el 10% de las mujeres trabaja en el ámbito de la tecnología. Pero cuando uno hace un foco la mayoría de estos trabajos están vinculados a las carreras soft o todo lo que tiene ver con marketing, recursos humanos, lo cual también muestra una de las tensiones más grandes.
Y el último punto, es la necesidad de un conocimiento e información sobre el mundo de la tecnología. Las mujeres en general, por estas otras cuestiones, van construyendo una idea sobre lo que significa trabajar en tecnología que está muy poco vinculada a lo que es realmente, entonces ahí se pierden muchas oportunidades de elección de carreras, incluso lo que ahora está de moda el reskilling, cómo poder pensar tu carrera en un siguiente paso que sea tecnológico.
Chicas en Tecnología nace porque las cuatro co-fundadoras descubrimos en algún punto que nuestras carreras se veían limitadas en nuestro crecimiento. En ese momento, teníamos entre 25 y 30 años y nos dimos cuenta que no podíamos crecer más en nuestras carreras, las 4 veníamos de diferentes ámbitos vinculados a la tecnología, en mi caso con la tecnología y la educación y después lo que nos encontró fue poder desarrollar una solución que no sea solo para nosotras sino que sea una solución para el ecosistema. Por eso pensamos en ir un paso antes y pensar en esas mujeres que hoy no estaban decidiendo estas carreras, por ejemplo, las adolescentes.
Desde mi mirada y lo que yo le aporto a la organización, yo vengo de una ciudad muy chica de la Patagonia argentina y lo que sucedía es que no había muchas opciones para las adolescentes en ese momento, ni ahora. Yo tuve la posibilidad de venirme a Buenos Aires, seguir estudiando y desarrollándome en otros ámbitos, pero siempre fue una búsqueda, también en los lugares de todo el país, y ahora que estamos escalando en toda la región, no hay que pensar sólo en los centros urbanos sino que la tecnología ofrece oportunidades de desarrollos locales para comunidades más pequeñas. Es una oportunidad para las jóvenes que quieran quedarse, desarrollarse y seguir creciendo en sus ámbitos más locales.
Desde Chicas en Tecnología contribuimos a achicar la brecha trabajando articuladamente con el ecosistema emprendedor tecnológico, si bien somos una organización de la sociedad civil, lo que hacemos es co-diseñar las propuestas, programas e iniciativas que hacemos con las jóvenes con el sector privado y el público, logrando generar incidencias. Si bien nuestro público objetivo son las jóvenes, en todos nuestros encuentros y propuestas hay una vinculación también con esas personas adultas que toman decisiones, incluso con las familias y también con las personas que educan. De hecho tenemos programas específicos para las personas que educan en las que buscamos que esta profesión cree otras profesiones y derribe esas barreras e incentive a más jóvenes a querer vincularse en estos ámbitos. Ese es nuestro objetivo más grande.
Trabajamos con este enfoque de cambio sistémico en el que todas las personas construyen y co-crean con la organización y con el equipo profesional de la organización para que también puedan entender en ese camino qué le interesa a una joven adolescente, de qué se trata colaborar en este ámbito y cómo las personas podemos colaborar para que haya más jóvenes en tecnología, que no es algo que va a pasar de la noche a la mañana ni que solamente dependa de las personas jóvenes. Las Universidades, los institutos terciarios, las escuelas de código, los potenciales empleadores. Ese ecosistema, incluso las familias, tiene que estar vinculado con esta solución.
Todo lo que hacemos para las chicas es libre y gratuito, también para las personas que mencioné anteriormente, como las familias, las personas que educan y nosotras nos financiamos también gracias a premios y fondos internacionales, también con la articulación y el sponsorship de diferentes empresas.
Primero hoy, y sobre todo, por la pandemia. Si había alguna duda de que la tecnología era transversal a todo el ámbito educativo, productivo, incluso a los vínculos emocionales, porque hoy las formas de interactuar son a través de la tecnología, creo que la pandemia lo terminó de reforzar.
Considero importante que la industria tenga una mirada diversa, no sólo porque hoy la tecnología es transversal a todos estos campos, sino también porque ahí se deciden las reglas del juego de las que participa o no toda la sociedad. Entonces, si está diseñado por un grupo de personas que en general hoy son personas americanas, blancas, hombres, entre 30 y 40 años, eso crea bastante desafío y barreras que no solo traen otros problemas, como los sesgos de género o los vinculados a temas raciales. El caso de George Floyd trajo todo lo que tiene que ver con la inteligencia artificial y el debate sobre los usos de bases de datos, que está sucediendo en cuanto a la tecnología, parte de ese desafío es pensar por qué no hay una mesa en donde estén representadas todas las miradas de la sociedad porque si bien la tecnología hoy se produce en otros lugares, llega a todo el mundo.
En principio, poder seguir trabajando con una mirada ética sobre la tecnología que incluya la mirada de la diversidad y una perspectiva de género con foco en mujeres. Este foco es interesante, en particular porque las mujeres en el campo de la tecnología éramos mayoría en la década del 70, también innovábamos y éramos pioneras. De hecho la primera persona que programó en la historia de la humanidad fue una mujer, entonces es un caso interesante para tener en cuenta que después cuando se crean o se revierten estas otras barreras, que mencioné al principio, puede tener un impacto no sólo en un grupo como somos las mujeres sino también en otros grupos minoritarios o que no están representados.
Es importante que eso se pueda acompañar desde una mirada ética. Creo que los próximos desafíos van a tener que ver con la sostenibilidad de estas iniciativas y poder articular con los diferentes sectores. Acá es importante que las políticas públicas puedan generar propuestas a largo plazo para que esto no sea solo una moda o algo necesario para resolver ahora y que después se termine transformando en algo de época, sino que esto tiene que ser un trabajo constante, articulado, con indicadores de impacto en el que toda la sociedad, todos los años podamos tenerlo en la mente y podamos ir haciendo awareness en relación a esto porque nos impacta a todas las personas. La tecnología es diseñada por un grupo finalmente nos va a impactar a todas las personas.
Entonces, el primer desafío tiene que ver las cuestiones éticas que se tienen que poder seguir sosteniendo y esa mirada tiene que estar para todos los debates que se vienen. El tercero es la sostenibilidad vinculada con la perspectiva más de política pública y la tercera tienen que ver también con la sostenibilidad económica de la inversión que demanda que no va a ser algo resuelto de la noche a la mañana. La pandemia trajo muchísimos desafíos, donde lo primero que tuvimos que hacer fue volver a hablar con todas las organizaciones que fondean a la organización para poder hacer que esto sea libre y gratuito para las chicas y con calidad.
Por eso tenemos un equipo profesional e invertimos todo en la misma organización. Estas propuestas sufrieron un temblor grande ya que el enfoque de sustentabilidad y/o las áreas de RSE fueron más hacia todo lo que se llama «contención» y menos a propuestas de inversión a mediano y largo plazo, como son nuestras iniciativas. Y esto también trae un desafío, no solo para las organizaciones que gastamos muchísimo tiempo de inversión en todo lo que tiene que ver con este fondeo, sino para cualquier iniciativa de la sostenibilidad.