Para poder entender qué es la crisis climática, antes es necesario refrescar algunos conceptos: El Calentamiento global Se produce como consecuencia de los gases de efecto invernadero liberados al ambiente por acciones realizadas por el ser humano. Genera un desequilibrio que aumenta la retención del calor en la atmósfera, acelerando cambios climáticos y alterando los sistemas naturales
Por su parte, el Efecto invernadero Es un fenómeno que se da manera natural y que permite el desarrollo vida en la Tierra. Los gases de efecto invernadero (GEI) liberados al ambiente generan una capa en la atmósfera que retiene parte del calor de los rayos solares (al igual que lo hace un vidrio en un invernadero).
Por último, la crisis climática hace referencia a la urgencia de revertir los cambios generados por el calentamiento global que provocan daños en los sistemas naturales como la alteración en los ciclos del agua, (aumentando de la intensidad y frecuencia de sequías e inundaciones), la amenaza a la biodiversidad y la transformación de los ecosistemas.
Para su análisis, se toma como punto de inflexión la Revolución Industrial, ya que la producción y la sociedad de consumo fueron los causantes de la emisión de las grandes cantidades de GEI al ambiente. Actualmente, la temperatura de la atmósfera ha aumentado un 0.74ºC con respecto a los niveles preindustriales y los investigadores afirman que el límite para evitar daños irreversibles ronda los 2ºC. Se estima que para el año 2035 los GEI en el ambiente van a haberse duplicado con respecto a valores preindustriales (hoy nos encontramos cerca del 50% de ese número), por eso resulta una necesidad disminuir las emisiones.
Las construcciones generan impactos en el ambiente durante todo su ciclo de vida. Particularmente la etapa de uso es la más crítica ya que, según distintos autores, se prolonga entre 50 y 100 años, durante los cuales los edificios consumen recursos (energía, agua y materiales para su mantenimiento) y generan desechos (residuos sólidos urbanos, gases al ambiente, aguas grises y negras).
→ Construcción: los impactos vienen asociados principalmente a los materiales empleados que se elaboran a partir de recursos naturales que requieren grandes cantidades de energía y agua para su transformación y muchas veces no son renovables.
→ Uso, consumen agua potable y entre el 30-40% de la generación de energía, proveniente en gran medida de la quema de recursos fósiles. En Argentina la matriz energética se basa en un 90% en recursos no renovables y el 36% de dicha energía se consume en edificios de uso residencial, comercial y público.
→ Demolición, la cual no suele tenerse en cuenta en el diseño, la mayoría de los materiales no se reciclan ni se reutilizan, generando toneladas de residuos.
Para revertir esta situación y en primer lugar, se necesita que tanto los edificios nuevos como los existentes sean energéticamente eficientes, es decir, que no consuman más que la energía necesaria para satisfacer el confort de los usuarios y, en lo posible, que provenga de fuentes renovables. Evitar los consumos energéticos y que los proyectos se adapten a las características climáticas del lugar debe ser los nuevos factores principales de diseño.
Luego, los materiales y sistemas constructivos empleados deben seleccionarse en base al impacto en el ambiente (lo que favorece a economías locales) y no solo por su apariencia estética. Por último, pero no menos importante, debemos empezar a cuidar las fuentes de agua dulce y evitar su contaminación, diseñando sistemas que eviten malgastar recursos, cuidado la disposición final de los desechos y adquiriendo nuevas costumbres en la construcción.